“SUMBILCA: REFLEXIÓN FINAL”
Escribe: Ruyer
Espinoza Yupanqui
“Raíces de mi pueblo” inicia un recorrido por la identidad de
nuestra comunidad sumbilcana, enseñándonos una tradición de rica e
insospechable alcurnia. Asimismo, esta tentativa acuciosa, filialmente
sentimental, documentalmente historiada no solo trasciende la evocación y el rescoldo
ciertamente romántico sino que compromete a proponer alternativas que
posibiliten la revaloración de la estructura social sumbilcana, que está
inmersa en una profunda crisis, producto de la discontinuidad entre su pasado
riquísimo, extraordinario, creador y su presente desalentador, agobiante,
oscuro, porque la comunidad de Sumbilca como todo el espacio andino, enfrenta
la incapacidad de satisfacer las necesidades básicas en su ámbito de influencia,
debido al escaso desarrollo de sus fuerzas productivas en relación a la
dinámica económica del sector capitalista que generalmente se encuentra en la
costa.
Esta
ruptura entre el pasado glorioso y la modernización que nos ha traído el
desarrollo acelerado del capitalismo, es la causa fundamental de la crisis
sumbilcana y de la mayoría de comunidades andinas, que por no saber sobreponerse a la dependencia y
a los cambios estructurales, han perdido su identidad y su herencia.
Es
vital que Sumbilca aperture una reconciliación consigo misma, y de la síntesis
encuentre su nuevo cauce, para potenciar
su posibilidades, teniendo en cuenta su riquísimo folklor, su maravilloso y
extraordinario legado, a fin de
continuar el rol histórico que le toca cumplir.
La
comunidad campesina, cuyo origen es el
ayllu, por esencia es comunista, lo ha sido por más de 200 siglos, entonces
debe saber subsistir en una economía de mercado, aprovechando sus recursos,
potencialidades, calidades y creando variadas y complejas estrategias de
sobrevivencia, sobre todo debe hacerlo comunitariamente.
El
año 1985, en un sencillo diagnóstico decíamos: “hay que evitar
la dispersión de los medios de producción y la diseminación de los pequeños
productores, a través del fortalecimiento de la comunidad campesina, otrora base fundamental de la
organización político social económica del poderoso Imperio Tahuantinsuyo. Todos
los capitales y demás medios de producción como tierras, agua, herramientas,
abonos, conocimientos, fuerza humana, etc., deben ser comunes, perteneciendo
por igual a todos los miembros de la comunidad. De esta manera se evitará el
inmenso derroche de energía humana, el empeoramiento progresivo de las
condiciones de producción y el encarecimiento de los medios de producción, como
ocurre en el actual régimen de propiedad parcelaria” (1).
Cualquier
estudio que rodee el problema campesino, sin descubrir su verdadera esencia,
sin duda, serán las propuestas reformistas de la burguesía. Entonces es
necesario modificar el modo de producción actual, como única manera de romper
la dependencia que impone el dualismo estructural.
Desde
el año 1969 en Sumbilca empieza a notarse un proceso de incorporación a una
débil economía mercantil motivando una aparente bonanza económica de algunos
comuneros, pero a la vez originando una grave crisis para la comunidad. Pues
con el cambio de producción de autoconsumo por una producción de mercado, se inicia un proceso de desintegración
comunal, es cuando, cada quien busca ser más o mejor que el otro. En esta behetría comunal aparecen
sectores geográficos muy marcados como pueblo
(Sumbilca), Piscocoto, Cucapunco, Pacaybamba, y porque no también mencionar a Quilca, cada zona, cada sector con sus propios intereses, necesidades
y prioridades.
Esta
desarticulación comunal, incontenible e histórica ha ocasionado una lucha intestina
que ha resentido la unidad comunitaria. Ante esta cruda realidad,
solo una adecuada y “nueva forma democrática” de organización interna podrá
remediar este problema (2).
Como
lo habíamos anotado anteriormente, en Sumbilca
a finales de los años sesenta es
cuando comienza su decrecimiento integral
en su proceso evolutivo; la historicidad de la integración comunal, antes solida y centralizada
en el pueblo de Sumbilca, empieza a resquebrajarse Interactuando negativamente
en su entorno local, con una innegable conclusión la pulverización de la otrora
gran comunidad campesina de Sumbilca.
Está
demostrado que históricamente la comunidad de Sumbilca frente a los múltiples
problemas que enfrenta no se somete al dominio de las adversidades, no
claudica, no sucumbe, más al contrario se reinventa para continuar su rumbo, se
recarga de nuevos bríos buscando una esperanza salvadora.
Creemos
que para Sumbilca y para el resto del Perú marginado, las posibilidades son
muchas. Lo podemos realizar con dignidad, con altura, con orgullo, porque
sabemos de nuestras fuerzas, conocemos las raíces de nuestro pueblo y vamos a
reivindicar nuestro papel histórico.
(1). Ruyer Espinoza
Yupanqui; “DESARROLLO DEL CAPITALISMO EN LAS COMUNIDADES TRADICIONALES DEL
PERU. EL CASO DE LAS COMUNIDADES SERRANAS DEL VALLE ALTO DE HUARAL”, Ediciones
Atavillos, Instituto de Investigaciones Economicas – UNMSM, 1985.
(2). Ruyer Espinoza
Yupanqui; “PANORAMA EDUCACIONAL EN LA COMUNIDAD CAMPESINA DE SUMBILCA-
HUARAL”. Ediciones Atavillos, CIAP, 1985, p.18.