COMPLEJO ARQUEOLOGICO DE AÑAY
: LA FORTALEZA DE LOS ATAVILLOS
En la Comunidad San Pedro de Pallac del distrito de Atavillos Bajo de la provincia de Huaral, departamento de Lima, en la margen derecha del rio Añasmayo, muy en lo alto de un contrafuerte que domina todo el valle, se alza la ciudadela precolombina de Añay, a una altitud de 3,320 metros sobre el nivel del mar y tiene como muro de contención un abismo. El hermoso entorno natural que rodea a la ciudadela de Añay, que formo parte del señorío de los Atavillos, sirvió de puesto de control, centro agrícola, centro religioso y urbano, como lo asegura el Monseñor Pedro Eduardo Villar Córdova. La ubicación de Añay en la parte elevada e inaccesible de la montaña, no solo le aseguraba una vista estratégica de su alrededor, sino que también se acercaban a sus dioses gentiles y tutelares. Se asegura que Añay fue una fortaleza con características militares, con puntos fortificados y con una guarnición capaz de contener el asedio de sus enemigos provenientes de la sierra central como los Wanucos, los Tarumas y los Huancas, y desde la costa los ejércitos de los Ychsmas, Cullic y otros curacazgos costeros; y no solo defendían la misma ciudad sino también a sus vecinos aliados de Rúpac y Chíprac, la capital del “reino” de los Atavillos. Anfiteatro Galería de pilastras de un Templo funerario en “ Añay ” La cultura de los Atavillos, del que formo parte Añay, se inicia al finalizar el periodo Horizonte Medio con la caída del Imperio Wari alrededor de 1,200 D.C., dando paso al Intermedio Tardío o periodo de los Reinos y Confederaciones Regionales en el mundo andino que se desarrolló hasta la expansión imperial de los Incas, aproximadamente por el año 1,440 D.C. Según Pieter Van Dalen Luna, la cultura de los Atavillos empieza a formarse en los primeros siglos de la era cristiana, aproximadamente de 500 a 1000 años D.C.; y con la irradiación de los Collas a la costa de chancay, por los años 1000 a 1400 D.C., recibe toda la influencia de los aymaras, y posteriormente entre los años 1,400 a 1,430 son incorporados al imperio incaico. Uno de los primeros en estudiar Añay y los Atavillos, fue el arqueólogo Pedro Eduardo Villar Córdova, que clasificó sus edificios tres grupos, de carácter militar, religioso y comunal, respectivamente. Vio en las construcciones principales la influencia de Tiahuanaco, aunque reconoció en las más recientes el estilo incaico. La cultura de los Atavillos, tuvo su origen en la expansión Wari-Tiahuanaco, tornándose luego en uno de los “reinos” o señoríos del llamado Intermedio Tardío, que precede a la época incaica. Estos edificios presentan la apariencia de vivienda ; pero, en realidad, son verdaderos mausoleos y, por ende las poblaciones, verdaderas necrópolis. Según María Rostworoswski de Diez Canseco Távara (1978), el Señorío de los Atavillos, se extendía desde las sierras de Cajatambo hasta las de Canta. Para Villar Córdova en la sierra del departamento de Lima solo había dos culturas: los Atavillos y los Yauyos. CULTURA DE LOS ATAVILLOS Según el arqueólogo Pieter Van Dalen Luna, Los Atavillos estaban organizados en parcialidades y ayllus, con pueblos emplazados en las cimas de los cerros, desde donde se tenía una vista privilegiada de toda la cuenca alta y media del río Chancay-Huaral. Entre sus principales pueblos o marcas figuran: Añay, Rúpac, Chíprac que era la capital; además Rancocha, Huampón, Araro, Purunmarca, Ninash, Marca Piche, Cachirmarca, Yaros y Curcos. Sin embargo, los Atavillos no fueron la única cultura o nación desarrollada en periodos prehispánicos tardíos en la cuenca alta del río Chancay, pues los Iguarís (Ihuarí) se desarrollaron en la subcuenca del río Huataya y fueron sus vecinos, al igual que los Pacaybambas en la quebrada del mismo nombre, y los wancavilcas (Sumbilca) en lo alto del contrafuerte de la margen izquierda del rio Añasmayo. Los pueblos del alto Chancay presentan una arquitectura típica conocida como Kullpi, unos edificios de planta cuadrangular de hasta siete metros de altura, en cuyo interior hay una cámara principal de forma ovalada, desde la cual se accede a cámaras secundarias y más pequeñas donde se desarrollaban múltiples actividades, principalmente funerarias y de depósito de productos. Estas construcciones tenían ocupación temporal, con actividades relacionadas al culto a los ancestros, donde las personas llegaban y vivían algunas semanas al interior de estas edificaciones donde realizaban actividades en honor a sus ancestros. La zona sur de los atavillos, desde Wancavilca, Guamantanga, Arahuay, San Buenaventura de Tuti, Huarochirí y Yauyos hay Kullpis de forma cilíndrica (Villar Córdova). En la cuenca alta del río Chancay-Huaral, el culto a los antepasados y a las divinidades era una actividad muy arraigada entre su población, mediante el desarrollo de pomposas festividades que podían tener varios días de duración y donde la coca cumplía una función importante como producto regulador del culto (van Dalen 2007: 136-137). Presentan edificaciones tipo Kullpi y estructuras funerarias pequeñas, plazas y patios; así como áreas de almacenamiento.
COMPLEJO ARQUEOLOGICO DE AÑAY SEGÚN PEDRO VILLAR CORDOVA
Presentan edificaciones tipo Kullpi y estructuras funerarias pequeñas, plazas y patios; así como áreas de almacenamiento
Saliendo de Huayopampa en dirección noreste, a una legua y media, se llega a “Añay”; después de pasar por el pueblo de Pallac, antigua capital del distrito de Atavillos Bajo, cruzar el riachuelo de Jicar y ascender una empinada cuesta por entre montes y riscos. Esta hermosa Ciudadela Fortificada se levanta sobre la roca viva de uno de los ramales del contrafuerte occidental de “Mango - Cápac" y en medio de una especie de floresta formada por los arbolillos conocidos con las palabras indígenas de: “carampa” y “lúcpaj”. Tiene la población el aspecto de un castillo feudal: las habitaciones, que son muchas, están alineadas unas al lado de otras; algunos edificios tienen patios sombreados por árboles, y muchas casas también, tumbas pequeñas, “mastabas ” ; ofrecen las casas hermosos nichos trapezoidales. Al pie de las casas y en la falda de los cerros, se encuentran numerosos mausoleos, templos funerarios a manera de pequeños conventículos, teniendo restos humanos. Entre las numerosas cuevas funerarias que hay en los suburbios de “Añay”, sobresale una que tiene pictografías de color rojo. Los huacos encontrados en esta tumba son de factura grosera. Descendiendo hacia la quebrada de Jicar hay dos represas de donde parten canales que debieron los terrenos de Pállak, y hasta los terrenos cultivados de la quebrada de Ocurhuay. poseen, Aparecen, en Atavillos - Alto, muchas ciudadelas , como las de Chipprak , Rúppak y Añay, que son verdaderas necrópolis, con el carácter de ciudades o aglomeraciones urbanas ; en cuyo amplio círculo social, vivían, pacíficamente, los primitivos pobladores de esta región, bajo la autoridad del “Kuric" o gobernador, encargado de dar cumplimiento a las leyes consuetudinarias, y de la buena conservación de los mora- dores, asesorado por un Consejo de Ancianos y un grupo de autoridades rurales, ya que la vida de los ciudadanos era en gran parte campesina. Por esa circunstancia, los " Kullpis " se dividían en una cámara superior habitable, para que, como en este caso, sirviera de vivienda; y en una sección subterránea: la cámara inferior sepulcral, llena de pozos o cestas funerarias, conteniendo las momias de los “Achachila”, o antepasados. Una ciudad precolombina de la región arqueológica de Canta, presenta las siguientes características: Agrupamiento de sobre colina, tipo de Necrópolis, formando barrios independientes y amurallados, cual si fueran castillo; algunas plazas con respectivos templos, o palacios de autoridades; callejas sinuosas que, por lo común, no siguen una orientación fija y que, por lo accidentado del terreno en que está edificada la ciudad, comunican una otra y, aun, barrios entre sí; estas calles en los sitios casa con que presen tan plano inclinado: o son demasiado escarpados, o son verdaderas escalinatas de piedra. El sitio donde convergen los caminos que van al campo, las calles y las escalinatas de la población, son los grandes pórticos o puestos de centinelas, para vigilar la entrada y salida de los moradores, asegurar el orden público y la amenaza del espionaje y del asedio en épocas de guerra. Al describir cada kullpi en particular, hemos dicho que, las casas de la población ofrecen sus respectivos patios o corrales, “canchas”, para sacrificios y encierro de animales domésticos. El conjunto abigarrado de casas, plazoletas y patios de cada uno de los dos, cuatro o seis barrios en que se divide una población, le da aspecto de Acrópolis, por la circunstancia especial de ocupar siempre las eminencias, la cumbre de los cerros, el sitio que domina el panorama; el lugar, desde el cual, las autoridades y los ciudadanos de la población pueden contemplar sus terrenos de sembrío y vigilar su ganado. Una circunstancia especial hay que admirar en la ubicación de estas ciudades, y es: la de haber buscado condiciones climatéricas que permitieron conservar bien la salud de los pobladores; evitando los lugares donde hiciera mucho frío, o soplara el viento con fuerza. El clima de estas ciudades, a pesar de encontrarse en sitios elevados, es templado, seco y benigno. Quizá, el hecho de ocupar las eminencias de los cerros, las faldas defendidas por peñones y las alturas arraigadas, se debió a que conocían algo, estos antiguos pobladores, de lo malsano que eran los valles, particularmente, de estas quebradas de Lima; consideradas, actualmente, como zonas verrugosas, palúdicas o leishmaniásicas. El oxígeno de los campos, la brisa tónica de las alturas, lograron formar, en cada población ventilada, hombres de constitución fuerte y sana; encausando, de esta manera, uno de los prestigios físicos de la raza. Arquitectura militar. Ciudadelas levantadas sobre la cúspide de los contrafuertes andinos de esta Provincia: cerros rodeados de 3 y 4 grandes murallas en circunvalación con sus atalayas, bastiones y puestos de observación: nos revelan, claramente, que son verdaderas fortalezas o "pucaras”. Un Templo funerario de “ Añay ” , enteramente cubierto de las “carrampas”, árboles seculares de esta región Siguiendo las reglas del orden táctico, las defensas militares precolombinas que se observa, tenían por objeto defender las ciudades principales, metrópolis, centros agrícolas y ganaderos de la región andino - costeña, cuyas riquezas convenía preservar: la posesión de los puentes sobre el curso de los ríos de la Costa y de ciertos puntos importantes; tales como: los nudos de la Cordillera, de los flancos, caminos y malos pasos de las quebradas, a fin de evitar la “invasión longitudinal del Norte”, que venía de los “Muchic”, “Huaylas” o “Conchucos”; “ la invasión longitudinal del Sur”, que partía de los belicosos Chinchas: y, lo que es peor, “la invasión transversal del Oriente”, que partía de la zona del Mantaro, por los temibles “Huancas”, que hacían sus incursiones a la Costa por las quebradas de penetración de las provincias andinas de Lima . Refiere Dávila Briceño, que estas pequeñas naciones guerreras luchaban entre sí, constantemente. El período de influencias y eslabones, entre los andinos y costeños, pueden evidenciarla, no sólo los caminos militares, sino estas rutas migratorias civilizadoras, en una época en que las culturas heterogéneas tendían a homogeneizarse, siguiendo las leyes de la adaptación al medio, biológicamente hablando, y de una trayectoria concéntrica o convergencia de cultura. Al presente, hemos podido estudiar, sobre las mismas ruinas, algunos monumentos de carácter militar, fortalezas aisladas y ciudades militares con sus respectivos atrincheramientos o fortificaciones y que, manera general, se pueden localizar de Norte a Sur en esta provincia. La Encomienda “Atavillos" del Gobernador Don Francisco Pizarro. La cultura andina más importante del Departamento de Lima, fue sin duda, la de “Atawillo”, no solamente por el predominio arquitectónico de sus construcciones, por la cerámica, por los tejidos, la música, etc. , que caracterizaron el desarrollo intelectual y social de los primitivos pobladores de aquella región: sino, por su clima y la riqueza de producciones, y más aún, por la abundancia de minas de diverso metal, que despertó la codicia de los Conquistadores españoles, y el interés del mismo Gobernador, Don Francisco Pizarro, quien reservó para sí las encomiendas más ricas del Perú; tales como: Huaylas ,Atavillos, Chucuito y Charcas. Con respecto a las concesiones que hizo a Pizarro el Emperador Carlos V, sabemos por las célebres Capitulaciones de Toledo, que el Rey de España le concedió el título de Adelantado y Gobernador, con sueldo de setecientos mil maravedíes, el derecho de construir fortalezas, atribuciones del cargo de Virrey, y, además, el título de Marqués innominado y la autoridad sobre miles de vasallos. Pero, estuvo dudoso entre escoger el nombre de una de sus encomiendas, ya fuera Huaylas o Chucuito, etc.; en cuyo caso debió ser Marqués de los Atavillos”, porque así, lo solicitó ex profesamente el Conquistador Pizarro, según la relación de uno de los Cronistas de la Conquista y de las Guerras Civiles que nos merece más fe: el Cronista don Agustín de Zárate, en su “Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú”, en el Cap. V., que dice: “ Entre otras cosas que el gobernador don Francisco Pizarro envió a implorar a su majestad, en remuneración de los servicios que había hecho en la conquista del Perú, fue una que le diese 20.000 indios perpetuos para él y sus descendientes en una provincia que llaman “Atavillos”, con sus rentas y tributos y jurisdicción, y con título de marqués dellos. Su majestad le hizo merced de darle el título de marqués de aquella provincia, y en cuanto a los indios le respondió que se informaría de la calidad de la tierra, y el daño o perjuicio que se podía seguir de dárselos y le haría la merced que buenamente hubiese lugar”. Según esta relación queda comprobado que el Gobernador don Francisco Pizarro, usó el título de Marqués, de “aquella provincia que llaman “Atavillos"; esta provincia se refiere al Corregimiento de los “Atavillos de Canta", como así le denominó el primer Corregidor de Huarochirí, don Diego Dávila Briceño. “Atavillu” es palabra indígena que significa: “la semilla del maíz amarillo”. “Atawalla, la " simiente de los mellizos” y “Hatha - Hualla el Jefe de linaje de la tribu “Hualla”. Los templos funerarios de las grandes ciudades de la Cultura de Atawillos presentan, también, la forma piramidal como en el Arte de Chavín; pero, el estilo de la arquitectura de Atawillos es genuino y, más bien, parece precursor de esa Alta Cultura. Está demostrado que el Emperador Carlos V otorgó el título de “Marqués de los Atavillos” al Gobernador Don Francisco Pizarro, aunque no le confirmó en la posesión de las personas; porque, aquellos indios no serían tratados como esclavos de Pizarro, por las grandes consideraciones que ellos le merecían al Rey de España; y además, como dice el Cronista Zárate, por “el daño o perjuicio que se podría seguir de dárselos”. Sin embargo, en algunas crónicas figuran los indios de Atavillos como esclavos de Pizarro; si bien es cierto, que Pizarro usó en vida el título de “Marqués de Atavillos”, sus descendientes no lo usaron; porque, en 1645, un heredero de Pizarro, solicitó el marquesado, con la denominación de: “Marqués de la Conquista”, con cuyo título, todavía, se les conoce a estos descendientes de don Francisco Pizarro, en tierras de España.
LA CULTURA DE LOS ATAVILLOS VISTO POR PIETER D. VAN DALEN LUNA
La cuenca alta del río Chancay presenta un panorama aún más complejo. Es muy posible que los primeros asentamientos complejos hayan aparecido hacia finales del Intermedio Temprano (300-500 d. C.). El desarrollo de estos grupos sociales se habría consolidado ya en el Horizonte Medio (600 d. C.) en desarrollos socioculturales, de carácter local, que en su conjunto son mal denominados como Atavillos, pues esta es una denominación incaica. Los incas conquistaron la región con muchos problemas, agrupando a todos los pueblos de la región y clasificándolos en dos grandes grupos, con fines de control de la población. Las dos parcialidades fueron: los Hanan Atavillo (Parcialidad de Atavillos alto) y Lurin Atavillo (parcialidad de Atavillos Bajo). Otra equivocación muy difundida es el hecho de que muchos investigadores al hablar sobre este conjunto de pueblos los llaman “Reino de los Atavillos”. Denominar a estos grupos con la categoría de análisis “Reino” no va acorde con la realidad, ya que en el área andina, al igual que en toda América Prehispánica, no existieron reyes, ni mucho menos reinos. El concepto de “reino” es una concepción occidental traída por los españoles, y que tiene su origen en la Europa feudal y se consolidó con las monarquías absolutistas y despóticas de la edad moderna. Antes de la llegada de los incas a la región existía una gran cantidad de pequeñas formaciones sociopolíticas de carácter local, las cuales tenían una identidad propia, cada una de ellas con un conjunto de sitios ubicados en diferentes ecosistemas, logrando aprovechar recursos de diferentes pisos ecológicos. Así, un grupo social, por ejemplo, podía explotar y aprovechar, tanto productos de la puna: productos del pastoreo de camélidos, como de la explotación de sal o de la cal. Asimismo podían aprovechar los variados recursos faunísticos que ofrecían las diferentes y diversas lagunas alto andinas, como peces y aves. De igual manera, aprovechaban productos cultivables en las partes medias, en la región quechua, como la papa, la oca, la mashua, el maíz, entre otros. Al igual aprovechaban los recursos de las partes bajas, en el fondo mismo del valle Chancay, como la coca, algodón y maizales. La explotación de diferentes recursos obedecía, al control vertical de diferentes ecosistemas o pisos ecológicos, de tal manera que los asentamientos más importantes o asentamientos nucleares se hallaban en las zonas de media altura, mientras que en las partes bajas o en las partes altas, existían asentamientos periféricos con fines de explotación de recursos, de tal manera que cada cierto tiempo se intercalaban entre diferentes integrantes de las comunidades o ayllus para la realización de los diferentes trabajos. La influencia o irradiación del collao, Círculo cultural aymara cubrió la región serrana de lima, se fundió con la primitiva kauki. La cultura de los Atavillos evoluciona por la influencia chavín porque eran vecinos desde Cajatampo hasta los Yauyos Es por ello que casi todas las actuales comunidades campesinas de la región, herederas culturales de los antiguos ayllus prehispánicos, tienen emplazados sus territorios en diferentes ecosistemas que se extienden desde el fondo del río Chancay, hasta las cumbres más elevadas. La denominación de cada uno de estos grupos que poblaron la cuenca alta del río Chancay, en los períodos arqueológicos tardíos, no es posible precisarlos, pero es posible que algunos de los sitios arqueológicos conserven aún en la actualidad sus nombres originarios, aunque la gran mayoría han sido modificados durante el incanato, la colonia o en la república. La jurisdicción de cada una de estas estuvo en relación con las micro cuencas del Chancay. Un completo estudio de patrón de asentamiento en la región podrá precisar esto. Pero si bien es cierto que se trataba de unidades políticas diferentes, con identidades propias, presentaban alianzas para hacer frente a enemigos externos, como los Huancas; siendo posible que mediante la religión y divinidades comunes, presentaran intereses comunes de sobrevivencia. Así, uno de estos grupos, serían los Piscas, que poblaron la cuenca alta del río Chancay, en su margen derecha, en lo que en la actualidad corresponde al distrito de Pacaraos, cuyo centro principal sería el sitio de Cachirmarca, sitio de gran complejidad espacial, ubicado en los terrenos de la actual comunidad campesina de Viscas, cuyo nombre deviene del antiguo nombre arqueológico de Piscas. Otro grupo social se ubicaba en las márgenes del río Vichaycocha, siendo su límite la margen derecha del río Chicrín, es posible que su nombre arqueológico haya sido Vichaycocha, ya que antiguamente los terrenos bajos donde actualmente se emplaza el pueblo del mismo nombre era una laguna, siendo el sitio de mayor importancia el de Purunmarca. Una tercera formación social se ubicaría entre la margen izquierda del río Chicrín y la margen derecha del río Baños, siendo el sitio de mayor importancia el sitio de Araro, desconociéndose por completo su antigua denominación. Una cuarta formación se encuentra ubicado entre la margen izquierda del río Baños hasta las inmediaciones de Huaroquín, incluyendo los territorios de Baños y Pirca, siendo sus sitios de mayor importancia Marca Piche, Rankocha y Puchuni, presentando por su estratégica ubicación y por presentar un amplio territorio, sitio de control militar de gran importancia como el sitio de Huampón, ubicado sobre un elevado e inaccesible peñón, junto al mismo valle medio de Chancay. En cuanto al nombre de este cuarto grupo, es posible que haya sido Pirca. Una quinta formación social se ubicaría entre las inmediaciones de Huaroquín y el río Añasmayo, representado por los sitos de Rúpac, Chíprac y Añay. Otra formación se habría ubicado en los territorios del actual distrito de Sumbilca, específicamente en la cuenca de Pacaybamba, con mayores diferencias en las manifestaciones culturales, principalmente constructivas. Con respecto a las formaciones ubicadas en la margen derecha del río Chancay, además de los Piscas, existió la nación Ihuarí en la cuenca del río Huataya, también de características diferentes del resto de la cuenca principal; y otro en los alrededores de los ríos Cárac y Lampián, con los sitios nucleares de Yaros, Coto y Curcos. Cada uno de estos grupos estaba conformado por uno o más ayllus, los que eran mayoritariamente ayllus “llacuaces” o de pastores de altura (también llamados yaros), quienes complementaban su economía con las interacciones que realizaban con el resto de ayllus que eran “huaris” o agricultores de zonas medias y bajas. Aún en la actualidad es muy común denominar despectivamente a las personas ganaderas de las alturas como “llacuacos”. Con la llegada de los Incas, la división y oposición económica y social de estos dos grupos “Llacuaces” y “Huaris”, fue más marcada, convirtiéndose notoriamente en una oposición dual. En la cuenca alta del río Chillón, las investigaciones de Carlos Farfán vienen definiendo las características de la formación sociopolítica conocida como Canta, la cual, según este investigador, habría ocupado toda la margen izquierda de la cuenca alta, perteneciendo la otra cuenca a diversos grupos que en su conjunto son conocidos como Atavillos.
“RAICES DE MI PUEBLO” : Ruyer Espinoza Yupanqui (2022)