viernes, 21 de febrero de 2025

 

 

 

LOS HUANCOS DE SUMBILCA

 :UNA DANZA GUERRERA

 

Ruyer O. Espinoza Yupanqui



Representación figurada de un antiguo poblador sumbilcano por los años 1570

 

En el pueblo de Sumbilca, provincia de Huaral, desde el día primero hasta el 04 de febrero, coincidiendo con la antigua festividad incana del “hatun pacoy quilla” se celebra la festividad religiosa de la “Virgen de la Candelaria”, patrona del lugar, cuya organización corre a cargo de los comuneros responsables nombrados por acuerdo comunal.

 

Esta festividad patronal, denominada por los sumbilcanos como “Canticha”, se caracteriza por un ambiente de mágico religiosidad y un marcado costumbrismo cuando presenta una de las danzas más hermosas y deslumbrantes que tiene el Perú como los “Huancos de Sumbilca”; indudablemente es una de las expresiones culturales más auténticas de toda la región y mucho más allá, donde destaca su bella melodía producto de sentidas armonías, como también su exquisita coreografía y la sinigual belleza de su vestuario mestizo. Esta manifestación cultural nace originariamente en el pueblo precolombino de Huancavirga, y refleja las actividades cotidianas de los pobladores de esta comarca; revela además sus relaciones sociales, sus sentimientos profundos, y su espiritualidad andina. No cabe duda que, esta danza conserva originalidad y pureza a través de su música pentatónica, en los sones y acordes de un tambor andino conocido como huáncar, tinya o simplemente “caja”, además de la flauta, denominado también pincullo o quena incaica.

 

 

Lo que distingue a  los “Huancos de Sumbilca”, de otras danzas similares como los Huancos de San Agustín de Páriac, los Huancos de San Pedro de Pirca, los Huancos de Pacaraos, los Huancos de San Juan de Coto, los Huancos de Obrajillo, los Huancos de Cajatambo, o los Huancos de Marca Recuay, es la energía  telúrica que trasmite en la relación sagrada entre el hombre y la naturaleza, en la representación de la cosmovisión sumbilcana, porque esta expresión cultural significa también el ancestral enfrentamiento de las parcialidades de los “Ichocas” y los “Ishcayantas”, es por ello que los danzantes hacen gala de una exhibición de fuerza, valentía, gracia, resistencia y destreza. El maestro German Caro Ríos, al referirse a los Huancos de San Agustín de Pariac, decía, “es una danza guerrera que representa a los pumas, un símbolo totémico”.


Es muy cierto que, la danza tradicional de los Huancos de Sumbilca, es una danza profundamente guerrera y autóctona, pues a pesar de haber incorporado en el tiempo algunos elementos hispanos a su vestuario primigenio, mantiene características y cualidades prehispánicas originarias, no solo en su música y en su baile, sino también en su representación escénica y el simbolismo que irradia, recreando ancestrales y épicas batallas con paso marcial y diestros movimientos emulando a los antiguos guerreros incásicos. En Sumbilca, hasta los primeros años del siglo XX durante la celebración de la fiesta de La Candelaria, se acostumbraba realizar un enfrentamiento casi real entre las parcialidades de los Ichocas y los Ishcayantas, donde los danzantes de ambos bandos al encontrarse en las calles del pueblo se agarraban a garrotazos con unos palos de “lloque” en cuyo extremo tenía la forma acombada, llamada “canana”, con el cual no paraban de atacarse a golpes unos a otros. Esta costumbre del enfrentamiento fue prohibida por las autoridades porque producían graves y severas heridas a los órganos vitales de los bailarines causando en algunos casos hasta la muerte.

 

 El año 1797, en la vecina ciudad de Huaral, se acusaba que después de las celebraciones del Corpus Cristi, los naturales que danzaban se tiraban de garrotazos y piedras, por lo que se prohibió dicha costumbre, bajo severos castigos y multas:

“Don Juan SUAREZ VALDES, caballero profeso de la orden de Calatrava, teniente coronel de los reales ejércitos, Capitán del Regimiento Real de Lima, comandante militar, y juez súbdito de este partido. Por cuanto ha llegado a mi noticia, los desórdenes cometidos en las danzas del pueblo de Huaral, con las de esta Villa, concluida la octava de corpus, que se conduce San Juan, para otro pueblo, y que estas en dicho día, unas con otras, se tiran de garrotazos y piedras, de que puede resultar alguna muerte o heridas: Ordeno y mando, que se abstengan de este exceso; porque siempre y cuando así lo verifique, se les castigará, bajo pena de la multa, de cuatro platas cuatro reales, y ocho días  de cárcel, al que contraviniere a esta orden. Del mismo modo, y bajo de las mismas penas, mando que ninguno entre a caballo en la Plaza, ni por las esquinas de ella, en la octava de corpus; en atención a la poca veneración y respeto que estos tienen al santísimo sacramento y para que ninguno alegue ignorancia se fijara en el lugar acostumbrado. Chancay, junio 20 de 1797. Juan VALDEZ. Por mandato del ilustrísimo Sub Delegado. Antonio Fernández del Pozo”.

 

Es muy cierto, que los Huancos de Sumbilca, se traduce como una danza tradicionalmente belicista porque evoca el carácter valiente y rebelde del antiguo sumbilcano que ha tenido que afrontar durante su historia diversos conflictos armados, desde los ataques de los pequeños reinos y cacicazgos vecinos, después la conquista de los incas a cargo de Túpac Yupanqui, y el peor de todos, la invasión de los españoles que trajo la desculturización a través de la guerra religiosa de los curas extirpadores de idolatrías, que en realidad fue una represión institucionalizada; posteriormente durante la defensa de su territorio local con el líder Mateo Yupanqui; así también los saqueos y pillajes de todos los ejércitos, amigos y enemigos, que pasaron por Sumbilca, con el pretexto de la guerra.

 

 

     ORIGEN DE LA DANZA GUERRERA

  DE "LOS HUANCOS" DE SUMBILCA




Versión ficticia de un antiguo guerrero sumbilcano por los años 1570


 

El origen de esta danza se remonta a la época prehispánica, como resultados de las fiestas tribales –como todas ellas- destinadas a rendir culto a los dioses indios. Los pueblos ganaderos de origen aymara (pre-agricultores- serranos), ofrecían fiestas a los dioses de la ganadería y de la caza. Inicialmente estas fiestas se realizaban juntas en una misma fecha; después durante la colonia estas fiestas totémicas se van a realizar por separado con el nombre de “rodeo” y “huanco”, también se le conocía como “chaco” (Pedro E. Villar Córdova).

 

En el siglo XVII, al realizarse la fiesta de la caza los hombres encendían antorchas y vestían al modo yunga (llanos o valles de la costa) e iban a las alturas a cazar “huancos(1)  huanacos para ofrecerlos en sacrificio. El día del festejo se reunían en el inakcha (adoratorio al dios de la caza) y colocaban a buena distancia cuatro grandes astas o postes de palos, en cuyos extremos colgaban plumas de colores, los indios como en las competencias griegas, corrían y el primero que llegaba a cualquiera de los palos, se le daba un premio, luego al vencedor se llevaba delante del ídolo y se le daba a beber abundante chicha, este ritual hacía entender que era un valiente, puesto que había bebido con el ídolo, y era alabado y admirado por todos en el pueblo (Francisco de Ávila-traducción de Arguedas 1966; Jacinto Barrasa 1674).

 

“También hazian otra fiesta a otro adoratorio llamado Ynaccha en que al modo del sábado Santo encendían lumbre nueva y vestidos al modo yunga iban a la puna a caçar guanacos para ofrezer sacrificio y el día de la fiesta corrían como antiguamente, el pabo poniendo en quatro hastas, a buenos trechos, unas plumas de colores y el primero que llegaba a qualquiera dellas se la davan por premio, y luego con alavanças de vencedor le traían delante del ídolo y le davan a bever en las tazas o mates dedicados a él (llamanse aquillas) dándoles a entender que de allí adelante an de ser más valientes, pues an participado de la bebida del ídolo y todo el tiempo que dura esta fiesta a de estar el fuego nuevo encendido cebándole siempre sin consentir que se  apague. Usavan también otra invención y era traer unas máscaras o caratulillas cortadas del rostro de un hombre con el mesmo hueso y piel como estava antes, para lo qual devían de tener algún género de sierra o instrumento muy agudo y procuravan que fuese esta máscara de algún indio principal señalado y al tiempo que avian de coger el maíz se la ponía uno sobre su cara y con solo esto cobrava tanta autoridad que le traían en andas como en procesión y le hazian ofrendas como a cosa divina”. (2)

 

través del tiempo este antiguo ritual ceremonial dedicado al dios tutelar de la cacería  pasó a ser una mera costumbre que distraía al pueblo durante las fiestas religiosas instituidas por los curas españoles, por lo que, se le tomó incorporando algunas modificaciones occidentales, lo que evidencia una interculturalidad que fusiona lo autóctono y lo hispano, especialmente en el desarrollo del baile desde el pasacalle, la pasión, la mudanza, “el paripar”, la tarea o “chuteygallo”, también en el disfraz  de los Huancos.

 

(1)   “Huancos”, en el dialecto hake aru, significa “el que tiene los miembros cortos”, y entre todos los auquénidos es el huanaco, quien tiene los miembros cortos; el agregado de la segunda letra “a”, se debe a una corrupción fonética nativo hispana.

(2)    [Traducción original de José María Arguedas de las visitas de idolatría del Presbítero Francisco de Ávila, cura de la doctrina de San Damián de Huarochirí; a esta información etnográfica se suman las crónicas del padre jesuita Jacinto Barrasa, quien aporta valiosos datos de la primera campaña de las idolatrías].

 

 

DEFINICION, CARACTERISTICAS  Y

 DIMENSIONES  DE LA DANZA

 

Danzante Huanco de Sumbilca

 

La danza de los Huancos de Sumbilca, desde su nacimiento –por decirlo así- ha trascendido en el tiempo, y para sobrevivir ha tenido que reinventarse, adaptando y cambiando su forma, pero sin perder su esencia original como expresión cultural. El “San Marcelo” es el santo patrono católico de los Huancos, que como un juez inflexible vigila para que la costumbre se realice escrupulosamente con gran orden, con disciplina y respeto. Ahora que mencionamos a San Marcelo, la gran pregunta sería porque este santo está relacionado con la danza de los Huancos. Se asegura que los curas evangelizadores (Jesuitas) durante los años de la conquista fueron los que implantaron a los diversos santos como patronos en los pueblos del Perú. Al parecer los curas encargados de la sub-doctrina de Sumbilca, con mucho acierto, escogieron bien a San Marcelo como patrón de los Huancos. Lo cierto es que este santo fue uno de los más valientes sacerdotes de Roma en la terrible persecución de Diocleciano en los años 303 al 305. Animaba a todos a permanecer fieles al cristianismo, aunque los martirizaran; en el año del 308 DC. fue elegido como Papa; posteriormente canonizado y llamado "Guerrero”, murió el 16 de enero, fecha cercana a la fiesta de La Candelaria.

 

En efecto, en Sumbilca, el día 04 de febrero, como parte de las celebraciones de “La Candelaria” se realiza la tradicional “sacada de gallos” a cargo de los mismos danzantes pertenecientes a las dos parcialidades, y bajo estrictas reglas que se conservan desde tiempos inmemoriales. La sacada de gallos, es el momento más alto en las celebraciones. Los comuneros responsables se encargan de plantar en la plaza del pueblo dos palos gruesos de grandes dimensiones en cuyos extremos ponen argollas por donde pasan lazos o sogas, y en el centro de la cuerda se amarra muy bien a un gallo ya muerto, que finalmente después de una reñida competencia atlética entre los danzantes será el premio del huanco ganador que logro sacar al emplumado después de cumplir las condiciones establecidas. Pero ninguna descripción que se pueda hacer de esta hermosa costumbre, única en todo el Perú, no podrá ser mejor que presenciarla, y vivirla de manera personal.

 

La danza de los Huancos, durante el decurso del tiempo se ha convertido en un medio de comunicación no verbal, mostrando un lenguaje corporal que revela la esencia y la expresión de una comunidad mestiza como Sumbilca. Los Huancos, como la danza guerrera, mantiene una fortaleza física muy dinámica a fin de realizar los diversos movimientos del baile. Además de la expresión corporal y del dominio de autocontrol para poder orientar la energía cinética al desarrollo de la danza, posee una buena coordinación corporal y el equilibrio necesario para poder vencer los efectos de la gravedad y mantener el cuerpo en la postura deseada en armonía del espacio durante la sacada del gallo.


SERIE RAICES DE MI PUEBLO PERÚ

https://www.researchgate.net/publication/389207372_LOS_HUANCOS_DE_SUMBILCA_UNA_DANZA_GUERRERA

 

lunes, 24 de octubre de 2022

COMPLEJO ARQUEOLOGICO DE AÑAY
 : LA FORTALEZA DE LOS ATAVILLOS


 Ruyer O. Espinoza Yupanqui 



Anfiteatro Galería de pilastras de un Templo funerario en “ Añay ”


 En la Comunidad San Pedro de Pallac del distrito de Atavillos Bajo de la provincia de Huaral, departamento de Lima, en la margen derecha del rio Añasmayo, muy en lo alto de un contrafuerte que domina todo el valle, se alza la ciudadela precolombina de Añay, a una altitud de 3,320 metros sobre el nivel del mar y tiene como muro de contención un abismo. El hermoso entorno natural que rodea a la ciudadela de Añay, que formo parte del señorío de los Atavillos, sirvió de puesto de control, centro agrícola, centro religioso y urbano, como lo asegura el Monseñor Pedro Eduardo Villar Córdova. La ubicación de Añay en la parte elevada e inaccesible de la montaña, no solo le aseguraba una vista estratégica de su alrededor, sino que también se acercaban a sus dioses gentiles y tutelares. Se asegura que Añay fue una fortaleza con características militares, con puntos fortificados y con una guarnición capaz de contener el asedio de sus enemigos provenientes de la sierra central como los Wanucos, los Tarumas y los Huancas, y desde la costa los ejércitos de los Ychsmas, Cullic y otros curacazgos costeros; y no solo defendían la misma ciudad sino también a sus vecinos aliados de Rúpac y Chíprac, la capital del “reino” de los Atavillos. Anfiteatro Galería de pilastras de un Templo funerario en “ Añay ” La cultura de los Atavillos, del que formo parte Añay, se inicia al finalizar el periodo Horizonte Medio con la caída del Imperio Wari alrededor de 1,200 D.C., dando paso al Intermedio Tardío o periodo de los Reinos y Confederaciones Regionales en el mundo andino que se desarrolló hasta la expansión imperial de los Incas, aproximadamente por el año 1,440 D.C. Según Pieter Van Dalen Luna, la cultura de los Atavillos empieza a formarse en los primeros siglos de la era cristiana, aproximadamente de 500 a 1000 años D.C.; y con la irradiación de los Collas a la costa de chancay, por los años 1000 a 1400 D.C., recibe toda la influencia de los aymaras, y posteriormente entre los años 1,400 a 1,430 son incorporados al imperio incaico. Uno de los primeros en estudiar Añay y los Atavillos, fue el arqueólogo Pedro Eduardo Villar Córdova, que clasificó sus edificios tres grupos, de carácter militar, religioso y comunal, respectivamente. Vio en las construcciones principales la influencia de Tiahuanaco, aunque reconoció en las más recientes el estilo incaico. La cultura de los Atavillos, tuvo su origen en la expansión Wari-Tiahuanaco, tornándose luego en uno de los “reinos” o señoríos del llamado Intermedio Tardío, que precede a la época incaica. Estos edificios presentan la apariencia de vivienda ; pero, en realidad, son verdaderos mausoleos y, por ende las poblaciones, verdaderas necrópolis. Según María Rostworoswski de Diez Canseco Távara (1978), el Señorío de los Atavillos, se extendía desde las sierras de Cajatambo hasta las de Canta. Para Villar Córdova en la sierra del departamento de Lima solo había dos culturas: los Atavillos y los Yauyos. CULTURA DE LOS ATAVILLOS Según el arqueólogo Pieter Van Dalen Luna, Los Atavillos estaban organizados en parcialidades y ayllus, con pueblos emplazados en las cimas de los cerros, desde donde se tenía una vista privilegiada de toda la cuenca alta y media del río Chancay-Huaral. Entre sus principales pueblos o marcas figuran: Añay, Rúpac, Chíprac que era la capital; además Rancocha, Huampón, Araro, Purunmarca, Ninash, Marca Piche, Cachirmarca, Yaros y Curcos. Sin embargo, los Atavillos no fueron la única cultura o nación desarrollada en periodos prehispánicos tardíos en la cuenca alta del río Chancay, pues los Iguarís (Ihuarí) se desarrollaron en la subcuenca del río Huataya y fueron sus vecinos, al igual que los Pacaybambas en la quebrada del mismo nombre, y los wancavilcas (Sumbilca) en lo alto del contrafuerte de la margen izquierda del rio Añasmayo. Los pueblos del alto Chancay presentan una arquitectura típica conocida como Kullpi, unos edificios de planta cuadrangular de hasta siete metros de altura, en cuyo interior hay una cámara principal de forma ovalada, desde la cual se accede a cámaras secundarias y más pequeñas donde se desarrollaban múltiples actividades, principalmente funerarias y de depósito de productos. Estas construcciones tenían ocupación temporal, con actividades relacionadas al culto a los ancestros, donde las personas llegaban y vivían algunas semanas al interior de estas edificaciones donde realizaban actividades en honor a sus ancestros. La zona sur de los atavillos, desde Wancavilca, Guamantanga, Arahuay, San Buenaventura de Tuti, Huarochirí y Yauyos hay Kullpis de forma cilíndrica (Villar Córdova). En la cuenca alta del río Chancay-Huaral, el culto a los antepasados y a las divinidades era una actividad muy arraigada entre su población, mediante el desarrollo de pomposas festividades que podían tener varios días de duración y donde la coca cumplía una función importante como producto regulador del culto (van Dalen 2007: 136-137). Presentan edificaciones tipo Kullpi y estructuras funerarias pequeñas, plazas y patios; así como áreas de almacenamiento.


COMPLEJO ARQUEOLOGICO DE AÑAY SEGÚN PEDRO VILLAR CORDOVA


Presentan edificaciones tipo Kullpi y estructuras funerarias pequeñas, plazas y patios; así como áreas de almacenamiento


  Saliendo de Huayopampa en dirección noreste, a una legua y media, se llega a “Añay”; después de pasar por el pueblo de Pallac, antigua capital del distrito de Atavillos Bajo, cruzar el riachuelo de Jicar y ascender una empinada cuesta por entre montes y riscos. Esta hermosa Ciudadela Fortificada se levanta sobre la roca viva de uno de los ramales del contrafuerte occidental de “Mango - Cápac" y en medio de una especie de floresta formada por los arbolillos conocidos con las palabras indígenas de: “carampa” y “lúcpaj”. Tiene la población el aspecto de un castillo feudal: las habitaciones, que son muchas, están alineadas unas al lado de otras; algunos edificios tienen patios sombreados por árboles, y muchas casas también, tumbas pequeñas, “mastabas ” ; ofrecen las casas hermosos nichos trapezoidales. Al pie de las casas y en la falda de los cerros, se encuentran numerosos mausoleos, templos funerarios a manera de pequeños conventículos, teniendo restos humanos. Entre las numerosas cuevas funerarias que hay en los suburbios de “Añay”, sobresale una que tiene pictografías de color rojo. Los huacos encontrados en esta tumba son de factura grosera. Descendiendo hacia la quebrada de Jicar hay dos represas de donde parten canales que debieron los terrenos de Pállak, y hasta los terrenos cultivados de la quebrada de Ocurhuay. poseen, Aparecen, en Atavillos - Alto, muchas ciudadelas , como las de Chipprak , Rúppak y Añay, que son verdaderas necrópolis, con el carácter de ciudades o aglomeraciones urbanas ; en cuyo amplio círculo social, vivían, pacíficamente, los primitivos pobladores de esta región, bajo la autoridad del “Kuric" o gobernador, encargado de dar cumplimiento a las leyes consuetudinarias, y de la buena conservación de los mora- dores, asesorado por un Consejo de Ancianos y un grupo de autoridades rurales, ya que la vida de los ciudadanos era en gran parte campesina. Por esa circunstancia, los " Kullpis " se dividían en una cámara superior habitable, para que, como en este caso, sirviera de vivienda; y en una sección subterránea: la cámara inferior sepulcral, llena de pozos o cestas funerarias, conteniendo las momias de los “Achachila”, o antepasados. Una ciudad precolombina de la región arqueológica de Canta, presenta las siguientes características: Agrupamiento de sobre colina, tipo de Necrópolis, formando barrios independientes y amurallados, cual si fueran castillo; algunas plazas con respectivos templos, o palacios de autoridades; callejas sinuosas que, por lo común, no siguen una orientación fija y que, por lo accidentado del terreno en que está edificada la ciudad, comunican una otra y, aun, barrios entre sí; estas calles en los sitios casa con que presen tan plano inclinado: o son demasiado escarpados, o son verdaderas escalinatas de piedra. El sitio donde convergen los caminos que van al campo, las calles y las escalinatas de la población, son los grandes pórticos o puestos de centinelas, para vigilar la entrada y salida de los moradores, asegurar el orden público y la amenaza del espionaje y del asedio en épocas de guerra. Al describir cada kullpi en particular, hemos dicho que, las casas de la población ofrecen sus respectivos patios o corrales, “canchas”, para sacrificios y encierro de animales domésticos. El conjunto abigarrado de casas, plazoletas y patios de cada uno de los dos, cuatro o seis barrios en que se divide una población, le da aspecto de Acrópolis, por la circunstancia especial de ocupar siempre las eminencias, la cumbre de los cerros, el sitio que domina el panorama; el lugar, desde el cual, las autoridades y los ciudadanos de la población pueden contemplar sus terrenos de sembrío y vigilar su ganado. Una circunstancia especial hay que admirar en la ubicación de estas ciudades, y es: la de haber buscado condiciones climatéricas que permitieron conservar bien la salud de los pobladores; evitando los lugares donde hiciera mucho frío, o soplara el viento con fuerza. El clima de estas ciudades, a pesar de encontrarse en sitios elevados, es templado, seco y benigno. Quizá, el hecho de ocupar las eminencias de los cerros, las faldas defendidas por peñones y las alturas arraigadas, se debió a que conocían algo, estos antiguos pobladores, de lo malsano que eran los valles, particularmente, de estas quebradas de Lima; consideradas, actualmente, como zonas verrugosas, palúdicas o leishmaniásicas. El oxígeno de los campos, la brisa tónica de las alturas, lograron formar, en cada población ventilada, hombres de constitución fuerte y sana; encausando, de esta manera, uno de los prestigios físicos de la raza. Arquitectura militar. Ciudadelas levantadas sobre la cúspide de los contrafuertes andinos de esta Provincia: cerros rodeados de 3 y 4 grandes murallas en circunvalación con sus atalayas, bastiones y puestos de observación: nos revelan, claramente, que son verdaderas fortalezas o "pucaras”. Un Templo funerario de “ Añay ” , enteramente cubierto de las “carrampas”, árboles seculares de esta región Siguiendo las reglas del orden táctico, las defensas militares precolombinas que se observa, tenían por objeto defender las ciudades principales, metrópolis, centros agrícolas y ganaderos de la región andino - costeña, cuyas riquezas convenía preservar: la posesión de los puentes sobre el curso de los ríos de la Costa y de ciertos puntos importantes; tales como: los nudos de la Cordillera, de los flancos, caminos y malos pasos de las quebradas, a fin de evitar la “invasión longitudinal del Norte”, que venía de los “Muchic”, “Huaylas” o “Conchucos”; “ la invasión longitudinal del Sur”, que partía de los belicosos Chinchas: y, lo que es peor, “la invasión transversal del Oriente”, que partía de la zona del Mantaro, por los temibles “Huancas”, que hacían sus incursiones a la Costa por las quebradas de penetración de las provincias andinas de Lima . Refiere Dávila Briceño, que estas pequeñas naciones guerreras luchaban entre sí, constantemente. El período de influencias y eslabones, entre los andinos y costeños, pueden evidenciarla, no sólo los caminos militares, sino estas rutas migratorias civilizadoras, en una época en que las culturas heterogéneas tendían a homogeneizarse, siguiendo las leyes de la adaptación al medio, biológicamente hablando, y de una trayectoria concéntrica o convergencia de cultura. Al presente, hemos podido estudiar, sobre las mismas ruinas, algunos monumentos de carácter militar, fortalezas aisladas y ciudades militares con sus respectivos atrincheramientos o fortificaciones y que, manera general, se pueden localizar de Norte a Sur en esta provincia. La Encomienda “Atavillos" del Gobernador Don Francisco Pizarro. La cultura andina más importante del Departamento de Lima, fue sin duda, la de “Atawillo”, no solamente por el predominio arquitectónico de sus construcciones, por la cerámica, por los tejidos, la música, etc. , que caracterizaron el desarrollo intelectual y social de los primitivos pobladores de aquella región: sino, por su clima y la riqueza de producciones, y más aún, por la abundancia de minas de diverso metal, que despertó la codicia de los Conquistadores españoles, y el interés del mismo Gobernador, Don Francisco Pizarro, quien reservó para sí las encomiendas más ricas del Perú; tales como: Huaylas ,Atavillos, Chucuito y Charcas. Con respecto a las concesiones que hizo a Pizarro el Emperador Carlos V, sabemos por las célebres Capitulaciones de Toledo, que el Rey de España le concedió el título de Adelantado y Gobernador, con sueldo de setecientos mil maravedíes, el derecho de construir fortalezas, atribuciones del cargo de Virrey, y, además, el título de Marqués innominado y la autoridad sobre miles de vasallos. Pero, estuvo dudoso entre escoger el nombre de una de sus encomiendas, ya fuera Huaylas o Chucuito, etc.; en cuyo caso debió ser Marqués de los Atavillos”, porque así, lo solicitó ex profesamente el Conquistador Pizarro, según la relación de uno de los Cronistas de la Conquista y de las Guerras Civiles que nos merece más fe: el Cronista don Agustín de Zárate, en su “Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú”, en el Cap. V., que dice: “ Entre otras cosas que el gobernador don Francisco Pizarro envió a implorar a su majestad, en remuneración de los servicios que había hecho en la conquista del Perú, fue una que le diese 20.000 indios perpetuos para él y sus descendientes en una provincia que llaman “Atavillos”, con sus rentas y tributos y jurisdicción, y con título de marqués dellos. Su majestad le hizo merced de darle el título de marqués de aquella provincia, y en cuanto a los indios le respondió que se informaría de la calidad de la tierra, y el daño o perjuicio que se podía seguir de dárselos y le haría la merced que buenamente hubiese lugar”. Según esta relación queda comprobado que el Gobernador don Francisco Pizarro, usó el título de Marqués, de “aquella provincia que llaman “Atavillos"; esta provincia se refiere al Corregimiento de los “Atavillos de Canta", como así le denominó el primer Corregidor de Huarochirí, don Diego Dávila Briceño. “Atavillu” es palabra indígena que significa: “la semilla del maíz amarillo”. “Atawalla, la " simiente de los mellizos” y “Hatha - Hualla el Jefe de linaje de la tribu “Hualla”. Los templos funerarios de las grandes ciudades de la Cultura de Atawillos presentan, también, la forma piramidal como en el Arte de Chavín; pero, el estilo de la arquitectura de Atawillos es genuino y, más bien, parece precursor de esa Alta Cultura. Está demostrado que el Emperador Carlos V otorgó el título de “Marqués de los Atavillos” al Gobernador Don Francisco Pizarro, aunque no le confirmó en la posesión de las personas; porque, aquellos indios no serían tratados como esclavos de Pizarro, por las grandes consideraciones que ellos le merecían al Rey de España; y además, como dice el Cronista Zárate, por “el daño o perjuicio que se podría seguir de dárselos”. Sin embargo, en algunas crónicas figuran los indios de Atavillos como esclavos de Pizarro; si bien es cierto, que Pizarro usó en vida el título de “Marqués de Atavillos”, sus descendientes no lo usaron; porque, en 1645, un heredero de Pizarro, solicitó el marquesado, con la denominación de: “Marqués de la Conquista”, con cuyo título, todavía, se les conoce a estos descendientes de don Francisco Pizarro, en tierras de España.

 

LA CULTURA DE LOS ATAVILLOS VISTO POR PIETER D. VAN DALEN LUNA


Por esa circunstancia, los " Kullpis " se dividían en una cámara superior habitable, para que, como en este caso, sirviera de vivienda; y en una sección subterránea: la cámara inferior sepulcral, llena de pozos o cestas funerarias, conteniendo las momias de los “Achachila”, o antepasados


 La cuenca alta del río Chancay presenta un panorama aún más complejo. Es muy posible que los primeros asentamientos complejos hayan aparecido hacia finales del Intermedio Temprano (300-500 d. C.). El desarrollo de estos grupos sociales se habría consolidado ya en el Horizonte Medio (600 d. C.) en desarrollos socioculturales, de carácter local, que en su conjunto son mal denominados como Atavillos, pues esta es una denominación incaica. Los incas conquistaron la región con muchos problemas, agrupando a todos los pueblos de la región y clasificándolos en dos grandes grupos, con fines de control de la población. Las dos parcialidades fueron: los Hanan Atavillo (Parcialidad de Atavillos alto) y Lurin Atavillo (parcialidad de Atavillos Bajo). Otra equivocación muy difundida es el hecho de que muchos investigadores al hablar sobre este conjunto de pueblos los llaman “Reino de los Atavillos”. Denominar a estos grupos con la categoría de análisis “Reino” no va acorde con la realidad, ya que en el área andina, al igual que en toda América Prehispánica, no existieron reyes, ni mucho menos reinos. El concepto de “reino” es una concepción occidental traída por los españoles, y que tiene su origen en la Europa feudal y se consolidó con las monarquías absolutistas y despóticas de la edad moderna. Antes de la llegada de los incas a la región existía una gran cantidad de pequeñas formaciones sociopolíticas de carácter local, las cuales tenían una identidad propia, cada una de ellas con un conjunto de sitios ubicados en diferentes ecosistemas, logrando aprovechar recursos de diferentes pisos ecológicos. Así, un grupo social, por ejemplo, podía explotar y aprovechar, tanto productos de la puna: productos del pastoreo de camélidos, como de la explotación de sal o de la cal. Asimismo podían aprovechar los variados recursos faunísticos que ofrecían las diferentes y diversas lagunas alto andinas, como peces y aves. De igual manera, aprovechaban productos cultivables en las partes medias, en la región quechua, como la papa, la oca, la mashua, el maíz, entre otros. Al igual aprovechaban los recursos de las partes bajas, en el fondo mismo del valle Chancay, como la coca, algodón y maizales. La explotación de diferentes recursos obedecía, al control vertical de diferentes ecosistemas o pisos ecológicos, de tal manera que los asentamientos más importantes o asentamientos nucleares se hallaban en las zonas de media altura, mientras que en las partes bajas o en las partes altas, existían asentamientos periféricos con fines de explotación de recursos, de tal manera que cada cierto tiempo se intercalaban entre diferentes integrantes de las comunidades o ayllus para la realización de los diferentes trabajos. La influencia o irradiación del collao, Círculo cultural aymara cubrió la región serrana de lima, se fundió con la primitiva kauki. La cultura de los Atavillos evoluciona por la influencia chavín porque eran vecinos desde Cajatampo hasta los Yauyos Es por ello que casi todas las actuales comunidades campesinas de la región, herederas culturales de los antiguos ayllus prehispánicos, tienen emplazados sus territorios en diferentes ecosistemas que se extienden desde el fondo del río Chancay, hasta las cumbres más elevadas. La denominación de cada uno de estos grupos que poblaron la cuenca alta del río Chancay, en los períodos arqueológicos tardíos, no es posible precisarlos, pero es posible que algunos de los sitios arqueológicos conserven aún en la actualidad sus nombres originarios, aunque la gran mayoría han sido modificados durante el incanato, la colonia o en la república. La jurisdicción de cada una de estas estuvo en relación con las micro cuencas del Chancay. Un completo estudio de patrón de asentamiento en la región podrá precisar esto. Pero si bien es cierto que se trataba de unidades políticas diferentes, con identidades propias, presentaban alianzas para hacer frente a enemigos externos, como los Huancas; siendo posible que mediante la religión y divinidades comunes, presentaran intereses comunes de sobrevivencia. Así, uno de estos grupos, serían los Piscas, que poblaron la cuenca alta del río Chancay, en su margen derecha, en lo que en la actualidad corresponde al distrito de Pacaraos, cuyo centro principal sería el sitio de Cachirmarca, sitio de gran complejidad espacial, ubicado en los terrenos de la actual comunidad campesina de Viscas, cuyo nombre deviene del antiguo nombre arqueológico de Piscas. Otro grupo social se ubicaba en las márgenes del río Vichaycocha, siendo su límite la margen derecha del río Chicrín, es posible que su nombre arqueológico haya sido Vichaycocha, ya que antiguamente los terrenos bajos donde actualmente se emplaza el pueblo del mismo nombre era una laguna, siendo el sitio de mayor importancia el de Purunmarca. Una tercera formación social se ubicaría entre la margen izquierda del río Chicrín y la margen derecha del río Baños, siendo el sitio de mayor importancia el sitio de Araro, desconociéndose por completo su antigua denominación. Una cuarta formación se encuentra ubicado entre la margen izquierda del río Baños hasta las inmediaciones de Huaroquín, incluyendo los territorios de Baños y Pirca, siendo sus sitios de mayor importancia Marca Piche, Rankocha y Puchuni, presentando por su estratégica ubicación y por presentar un amplio territorio, sitio de control militar de gran importancia como el sitio de Huampón, ubicado sobre un elevado e inaccesible peñón, junto al mismo valle medio de Chancay. En cuanto al nombre de este cuarto grupo, es posible que haya sido Pirca. Una quinta formación social se ubicaría entre las inmediaciones de Huaroquín y el río Añasmayo, representado por los sitos de Rúpac, Chíprac y Añay. Otra formación se habría ubicado en los territorios del actual distrito de Sumbilca, específicamente en la cuenca de Pacaybamba, con mayores diferencias en las manifestaciones culturales, principalmente constructivas. Con respecto a las formaciones ubicadas en la margen derecha del río Chancay, además de los Piscas, existió la nación Ihuarí en la cuenca del río Huataya, también de características diferentes del resto de la cuenca principal; y otro en los alrededores de los ríos Cárac y Lampián, con los sitios nucleares de Yaros, Coto y Curcos. Cada uno de estos grupos estaba conformado por uno o más ayllus, los que eran mayoritariamente ayllus “llacuaces” o de pastores de altura (también llamados yaros), quienes complementaban su economía con las interacciones que realizaban con el resto de ayllus que eran “huaris” o agricultores de zonas medias y bajas. Aún en la actualidad es muy común denominar despectivamente a las personas ganaderas de las alturas como “llacuacos”. Con la llegada de los Incas, la división y oposición económica y social de estos dos grupos “Llacuaces” y “Huaris”, fue más marcada, convirtiéndose notoriamente en una oposición dual. En la cuenca alta del río Chillón, las investigaciones de Carlos Farfán vienen definiendo las características de la formación sociopolítica conocida como Canta, la cual, según este investigador, habría ocupado toda la margen izquierda de la cuenca alta, perteneciendo la otra cuenca a diversos grupos que en su conjunto son conocidos como Atavillos.


 “RAICES DE MI PUEBLO” : Ruyer Espinoza Yupanqui (2022)

miércoles, 27 de julio de 2022

 


 

 

 

 

 

MATEO YUPANQUI “El Diablo Mateo”:

 MITO O REALIDAD

 

Ruyer Espinoza Yupanqui

 

 

 

Las expresiones y manifestaciones culturales  de nuestros pueblos que se transmiten de generación en generación, nos permiten apreciar fenómenos o elementos muy importantes para la comprensión de la cosmovisión andina; pues los saberes ancestrales trasmitidos por la tradición oral, tienen el propósito de difundir conocimientos y experiencias a las nuevas generaciones, y a su vez actúa en su área geográfica como el vínculo de un pasado histórico común manteniendo lazos de identidad cultural, de esta manera se genera un proceso de mestizaje entre lo hispánico y lo andino, dando lugar a una reelaboración cultural con nuevos matices.

La comunidad andina en base a la interpretación de sus propias experiencias o vivencias, está recuperando y redescubriendo las relaciones energéticas entre el hombre y la naturaleza a través de su singular existencia generacional histórica, para modelar su espíritu con las enseñanzas del pasado, en todo lo que tienen de grandioso, a fin de exaltar el concepto de la propia cultura. 

 

     Sumbilca, un sentimiento para los sumbilcanos. "Nada hay tan dulce como la patria y los padres propios, aunque uno tenga en tierra extraña y lejana la mansión más opulenta" (Homero)


           La historia del Diablo Mateo es una narración tradicional trasmitida en forma oral de generación en generación de hechos imaginarios y sobrenaturales entremezclados con realidad que sucedieron en la comunidad de Sumbilca, provincia de Huaral.

La “leyenda del Diablo Mateo” está basada en el relato de la vida de un personaje real impregnado de una verdad desconocida pero también deformada o muy exagerada por el imaginario popular.

En efecto, el carácter fantástico que la población vernácula atribuye a la historia de Mateo Yupanqui, ha acabado con su parte de realidad, tornándola en leyenda. Pero a pesar de ello el pueblo sumbilcano reconoce en Mateo Yupanqui a un personaje inolvidable e imprescindible en la historia local. Clara demostración es que la calle principal del pueblo de Piscocoto, caserío de Sumbilca, lleva actualmente su nombre.

El profesor sumbilcano Edilberto Espinoza Padilla, en uno de sus acostumbrados diálogos reflexivos con sus alumnos de la Escuela 425, decía: “Nadie debe dudar de la real existencia de este hombre llamado Mateo Yupanqui, nacido en Sumbilca, y que por su probada educación y amor a la justicia encabezó un movimiento reivindicador en favor de su pueblo”.

La presentación de esta “leyenda” es para explicar los hechos históricos ocurridos en la época colonial, durante la composición de tierras y litigios comunales en la comunidad de Sumbilca; sin duda, esta es la parte que hace creíble a esta historia, porque se ubica en un espacio y tiempo real definido. La comunidad de Sumbilca es el elemento central, es el espacio donde sucedieron los hechos, y el tiempo histórico se ubica por los años de la guerra independentista, época de dura lucha por la liberación de la invasión española.

Existe abundante documentación confirmatoria que durante la época colonial se agudizaron los problemas entre los pueblos vecinos de Sumbilca; en efecto durante dicha periodización histórica se llevaba a cabo un proceso de composición de los linderos comunales. Sumbilca poseedora de grandes extensiones de tierras, se encontraba seriamente amenazada por la apetencia de los pueblos vecinos; aquí es cuando aparece Mateo Yupanqui para salvaguardar los intereses sumbilcanos.


Cucacalle, es un paraje serrano impregnado de misterio, de magia andina, y quizás un espacio de mucha energía magnética donde ocurrieron sucesos increíbles, de allí que se conservan creencias populares ancestrales; es en este lugar por donde recorría el “El Diablo Mateo’’ con sus banda musical conformado por otros “diablos”, camino a Coillao.

Mateo Yupanqui, tuvo existencia física, verdadera y efectiva hacia finales del siglo XVIII, probablemente su nacimiento sería en Sumbilca al rededor del año 1788, por el fresco recuerdo que se tiene de él, y por las vestimentas y otros objetos que dejara, y que hoy se encuentran en poder de los herederos de su biznieto directo don Raymundo Yupanqui C. Del mismo modo, por la documentación hallada en el Archivo General de la Nación, sobre los juicios de tierras comunales de aquellos años; está probado que don Mateo Yupanqui, como dirigente comunal representó incansablemente a la comunidad de Sumbilca frente a las amenazas de las comunidades vecinas, por ello se dice que fue envenenado por comuneros raumeños, temiendo que Mateo Yupanqui por su gran habilidad podría ganar para Sumbilca las tierras de Ingasuyo; aunque otra versión sostiene que fueron los marqueños porque tenían un pleito de muchos años, por las tierras de Coscay, registrándose querellas durante los años 1657, 1787 y 1826.

El 18 de marzo de 1645, el virrey Mancera comisionó al Corregidor de la Provincia de Canta, don Manuel de Castilla, para la visita, venta y composición de tierras en dicha jurisdicción (A.G.N. Ms Cit. Leg. 270. C: 1020 fol. 81.- La visita de Pedro de Meneses –1644). A mediados del siglo XVIII se realiza la segunda composición de tierras comunales en el Perú, con ella se modifica parcialmente la demarcación del territorio sumbilcano. De acuerdo a las disposiciones coloniales durante la repartición de tierras, Sumbilca no podía aspirar a la posesión del maizal de Coillao, ya que se le había dado el maizal de Piscocoto, quedando Coillao como tierra excedente, por lo cual fueron dadas legalmente a la comunidad de Pampas, que carecía de tierras bajas. Pero los sumbilcanos no renunciaron a tenerlas por lo cual iniciaron un litigio, que al parecer por los años próximos al 1825, los sumbilcanos dirigidos por el legendario y héroe de la guerra de la independencia, el Sub Teniente de Graduación don Mateo Yupanqui, echaron definitivamente a los pampasinos de Coillao.

Al parecer por las cercanías de 1750, la comunidad de Sumbilca vende  a Rauma  las  tierras de  Ingasuyo por  motivo que los raumeños contaminaban las aguas del río con los desechos de los minerales que extraían de las minas de la parte alta. Los huandarinos igualmente perjudicados por el agua contaminada vendieron a los raumeños el maizal de Capia en un celemín de escudos de plata. Años después los sumbilcanos encabezados por el legendario Mateo Yupanqui, trataron de recuperar las tierras de Ingasuyo, fracasando en su intento por el asesinato del líder sumbilcano.

A fines del siglo XVIII se produce un largo litigio entre Sumbilca y las comunidades de Huándaro y Rauma, a razón que las segundas se habían apropiado de unas tierras de Sumbilca en el paraje de Acull. Al parecer este pleito lo perdió Sumbilca ya que en la actualidad no tiene la posesión de dichas tierras.

 

Paraje de Cullutrume, al pie de los predios de la milenaria ciudadela de Wancavirga


 

LA LEYENDA DEL DIABLO MATEO

(Tradición de la Comunidad de Sumbilca.)

 

Rescatado y narrado por el Profesor Arcadio Arteaga León, natural de Pállac –Huaral; publicado en “Mitos y Leyendas Andinos”, Lima -1976.

 

           La Comunidad de Sumbilca está asentada en ambos lados de unas suaves lomas en que remata un contrafuerte de la cordillera de los andes. La formación de esta Comunidad ha sido harta azarosa hasta convertirse hoy en día en una de las más importantes y densamente pobladas en la provincia de Huaral. En la época colonial los españoles tuvieron el buen cuidado al repartir las tierras comunales para que no faltase a ninguna. Se entregó parcelas para el cultivo de las papas y en las zonas bajas para el sembrío del maíz, ambos productos base y sustento de la alimentación indígena. Por eso, a veces el maizal de un pueblo estaba enclavado en la jurisdicción de otra Comunidad, porque sólo así podían dotarle de tierras aptas para el cultivo de este cereal. Esto es  lo que sucedía con la comunidad de Pampas que  tenía su maizal de COILLAO asentada dentro de la jurisdicción de Sumbilca. Desde luego los sumbilcanos no miraban con buenos ojos esta vecindad y vanamente habían tratado de expulsar a los pampasinos, hasta que apareció el DIABLO MATEO.

 

Llamaban el Diablo Mateo al hijo de una sumbilcana que vivía en el paraje de CURAC – CALLE, lugar vecino al maizal de Coillao y que la conseja popular daba como hijo del ayuntamiento de la sumbilcana con el diablo. Pues el niño de cuerpo deformado, manos toscas, pies desmesurados, tenía además actitudes raras y fuera de lo natural. Así aprendió a leer sin tener escuela, sacaba árboles de un solo tirón, desgajaba pedrones que otros no podían ni moverlo, levantaba un saco de papas con una sola mano, podía escribir y firmar con los pies. Cuando Mateo creció y llegó a la plenitud de sus fuerzas, convocó a los sumbilcanos para apoderarse de COILLAO y marchando a la cabeza de ellos bajaron al maizal donde estaban precisamente en pleno sembrío del maíz los pampasinos. Mateo desafiante ordenó parar las yuntas que trabajaban y a retirarse inmediatamente a los pampasinos. Como éstos no le hicieron caso, entró a la chacra y con una mano aventaba a la yunta a un lado y con la otra mano al gañan lejos al otro lado. Cuando los pampasinos le atacaron en carga montón, bastó que Mateo los tocara para dejarlos privados en el suelo. Los demás huyeron para no volver más.

 

 

INTERPRETACION DE LA LEYENDA

 

NACIMIENTO:

Hijo de una pastora sumbilcana conocida como Juana Yupanqui, que vivía en el paraje de Curacalle, y del diablo. Se desconocía al padre.

 

EXPLICACION:

Hay indicios que hacen suponer que el padre pudo ser un personaje de tipo español o mestizo que vivió al margen de la ley, quizás un pishtaco1 o un salteador. En aquellos años de profunda fe religiosa donde la moral era lo primordial, un hijo ilegitimo era mal visto, por lo cual se inventó una paternidad fantástica.

 

 RASGOS FISICOS:

Tenía manos y pies grandes, con abundante bello, cuerpo deforme; en suma, era muy diferente al común de los sumbilcanos.

 

EXPLICACION:

Mateo Yupanqui posiblemente mestizo tenía la fisonomía del tipo español, claro está no semejaba para nada al común sumbilcano de aquellos tiempos, con profundos rasgos físicos andinos.

 

SU COMPORTAMIENTO:

Tenía costumbres y actitudes raras que no eran normales. Aprendió a leer y a escribir sin ir a la escuela; era sumamente hábil y muy inteligente.

 

EXPLICACION:

Para los sumbilcanos lo normal era lo que ellos hacían desde sus ancestros. Los conocimientos hispanos que adquirió prueban que Mateo frecuento a su padre posiblemente oculto en el paraje de Curacalle.

 

FICCION Y REALIDAD:

Tenía una fuerza descomunal, arrancaba arboles con una sola mano, levantaba enormes peñascos y al solo contacto con sus manos a sus enemigos los dejaba privados de conocimiento.

 

EXPLICACION:

Cuando es difícil de definir dentro del imaginario popular, sin lugar a dudas es cuando lo sobrehumano, lo sobrenatural, lo fantástico se constituye en el aderezo imprescindible en toda la historia que escapaba a la comprensión del pueblo. El temor a lo desconocido constituía una forma de amenaza, por eso de la conceptualización y visualización del trauma cultural, que se acentuó en el colectivo, principalmente de los moradores vecinos al pueblo de Sumbilca.

 

 

 

(1 )   La leyenda del pishtaco o pishtakuq como asesino "degollador", surge entre la población de los Andes Centrales peruanos (Junín, Huánuco, Pasco, Ancash y la sierra de Lima)   https://es.wikipedia.org/wiki/Pishtaco

 

 

El arqueólogo Pedro Eduardo VILLAR CÓRDOVA, encontró evidencias que los pishtacos  existieron  en  cuevas  próximas  a  San Agustín de  Pariac, Huayopampa,

Las culturas prehispánicas del departamento de Lima (1935)”

El pishtaco suele ser un hombre blanco y, menos corrientemente, un mestizo. La visualización más antigua de esta figura es la de un hombre blanco, alto, barbudo con cara repulsante, vestido de hábito de convento provisto de una chapuza. Estudios Latinoamericanos (2019) “La figura del pishtaco andino”


Centro poblado de Piscocoto, maizal del pueblo de Sumbilca


MATEO YUPANQUI:
LIDER SUMBILCANO CONVERTIDO EN LEYENDA

Por Alejandro Grados Sánchez (*)

 El tercer líder sumbilcano, aunque legendario, pero importante fue don Mateo Yupanqui, apodado “Diablo Mateo”, ancestro de mi primo Pedro Yupanqui, mi familia materna. Mateo Yupanqui un personaje nacido en Sumbilca, hijo de mujer sumbilcana; aprendió a leer y escribir en su propio pueblo, aprendió con sus padres y paisanos a conocer el inmenso territorio de su comunidad; celoso contra los invasores advenedizos que pretendían las tierras de Sumbilca.

 Supuestamente fue un dirigente de la comunidad, que infundía respeto y autoridad de mando, sobre todo tratándose de la seguridad del territorio comunal sumbilcano. También cuenta la leyenda que tenía una talla alta un poco más de la media, y dotado de una gran fuerza física para defenderse de sus adversarios. 

 Aquí reseñamos una de sus hazañas más importantes que realizó en defensa de la integridad de nuestras tierras comunales, que nos debe servir de ejemplo para defendernos de los invasores traficantes de tierras de nuestro territorio, como Pisquillo, Saume, Santo Domingo, Vilca, Huayo, en la zona costera.

 Sucedió una vez cuando Mateo Yupanqui, siendo hombre maduro; Sumbilca tenía problemas de tierras con la comunidad de Pampas, que pretendían la posesión de las tierras de Coillao-Ashapampa. Los pampasinos, muy decididos habían tomado posesión de dichas tierras. Es en pleno invierno, cuando la tierra estaba húmeda la parcelaron y sembraron maíz. Enterado de ello, Mateo Yupanqui, convoca a los comuneros sumbilcanos a una reunión de emergencia y ordena el desalojo total de los intrusos bajo responsabilidad de quien no asista en defensa del territorio comunal. Los pampasinos enfrentaron el desalojo; hubo enfrentamiento cuerpo a cuerpo, y Mateo Yupanqui era el que más muertos dejaba durante la pelea, y los pocos invasores que quedaron fugaron del lugar. Los muertos que quedaron fueron arrojados al Rio Añasmayo, por órdenes de Mateo Yupanqui.


 (*) Don Alejandro Grados Sánchez, natural de Sumbilca, colaborador de la Revista Avanza, entrega este aporte no publicado sobre pasajes y sucesos más relevantes en la vida de un personaje histórico como Mateo Yupanqui. Lo señala como tercer líder sumbilcano, junto a Esteban Erazo e Isidro Vilcachagua.


 Publicado por RecearchGate, Discover scientific knowledge and stay connected to the world of science.

https://www.researchgate.net/publication/362242293_Raices_de_mi_Pueblo_Peru

Raíces de mi Pueblo Perú Serie No. I- 001 2022-07